jueves, 16 de diciembre de 2010

Actualizar Ubuntu no fue tan buena idea

Recuento de mis desventuras después de intentar una mega-actualización de Ubuntu



Hola a todos.

Como sabrán, desde que tengo a Galileo decidí instalar varios sistemas operativos para poder disfrutar de las ventajas de cada uno de ellos y tener algo de experiencia con diferentes entornos. El primero fue Windows XP, que a pesar de lento y anticuado sigue haciendo su trabajo eficientemente: Con ese es que defragmento mis particiones NTFS. El siguiente fue GNU Linux Debian Lenny, en versión de 32 bits. Agregué e instalé programas, configuré lo que pude en modo básico y vi que me faltaban algunas cosas, así que para tener aceleración de video por hardware y particiones con ext4 instalé GNU Linux Ubuntu 9.10, en versión de 64 bits. Hasta ahí todo estaba como planeado. Incluso dejé dos particiones libres para instalar, eventualmente, Windows 7 y OpenSolaris.

El problema llegó cuando quise volver a mi querido Debian, el cual, por alguna razón, ya no arrancaba. Ahora, casi un año después, me doy cuenta de que mi preferencia por usar nombres de dispositivos en lugar de UUIDs pudo ser la causa, ya que al bendito GRUB2 de Ubuntu le pareció que era mejor obligarme a usar este nuevo esquema. El resultado fue que estuve trabajando en Ubuntu todo este tiempo, instalando diferentes repositorios de muchas partes y agregando aplicaciones apenas soportadas. Fue divertido, y muchos de esos repositorios tengo que agregarlos pronto a una reseña más. Pero lo que me anima a escribir ahora es contar lo que me pasó con ese Ubuntu que me estuvo aguantando la goma geek que llevo conmigo siempre.

Sucede que ya muchos de mis programas favoritos estaban empezando a aparecer sólo para las últimas versiones de Ubuntu, así que a pesar de instalar correctamente los PPA, las librerías de apoyo provocaban conflictos e insatisfacciones en el sistema de dependencias de APT. La solución: actualizar de versión todos los paquetes y hacer un Upgrade completo del sistema operativo. Bien, no es algo complicado. Las instrucciones están en la página, aptitude ayuda a resolver conflictos de dependencias, y estuve de un día para otro verificando cada cambio en los archivos de configuración de todos los servicios que yo había personalizado. Todo fue de maravillas con las dependencias de paquetes y con la mega descarga de casi 2 GB de paquetes. Admito, no es mucho para haber sido una actualización total de 9.10 a 10.10, y en total sólo tuve que hacer un reinicio.

Sin embargo, al empezar a usar de nuevo el sistema me encontré con que habían eliminado la bonita presentación gráfica con la imagen café de Ubuntu 9.10 por una más sencilla y tosca de varios puntos y la palabra "Ubuntu" en modo texto. "Bueno, es sólo un adorno, lo importante sigue", pensé inocentemente. Lo siguiente, sin embargo, fue la tapa. Cuando cargó el GDM, la imagen empezó, literalmente a moverse sola lateralmente. Ni que hubiera corrido la pantalla o algo. Sólo la imagen de los elementos, el fondo, !los botones! se corría, pero los elementos seguían estando en su posición original (WTF!!!). "No importa, un reinicio a GDM (o incluso pasarse a una TTY y volver al sistema gráfico) basta para arreglar el problema", al menos provisionalmente. Parece que soy el único al que le ha pasado esto, ya que no encontré casos similares en Internet.

Luego vino la parte curiosa. Después de un rato de estar trabajando, los colores oscuros o cercanos al negro se volvían como de 8 bits, pero el resto de los colores trabajaban correctamente (WTF²!!!!). "Bueno, misma solución" para ese problema. Volver a la TTY y regresar al modo gráfico. Pues no. Este problema se estaba presentando casi 3 veces por hora. así que trabajar con el Ubuntu que nunca me había dado problemas se había convertido en una pesadilla. Afortunadamente tengo testigos del problema, ya que varios compañeros pudieron comprobar cómo, al insertar memorias USB, la imagen hacía sus muy entretenidos trucos de desplazamiento a diferentes offsets de la pantalla. Ni siquiera reinstalando los módulos de nvidia o cambiando a los genéricos pude resolver el problema de los colores.

Adicionalmente, algunas aplicaciones empezaron a mostrar problemas de configuración, especialmente visible en la parte de sonido, donde el mezclador del sistema ya no me daba volumen suficiente, y el audacious2 perdía toda su configuración más seguido de lo normal.

Así que, no quedando más, y por pereza de buscar entre la documentación del controlador para ver qué archivos modificar, decidí seguir el consejo de varios compañeros de no volver a hacer una actualización de versión a Ubuntu, y reinstalar mi viejo Debian. Ahora tengo un sistema a 64 bits, mucho más rápido y estable que mi anterior Ubuntu. Lo mejor del caso fue que, una vez resueltas las incompatibilidades de versiones, pude hacer que el /home de Debian tomara el de Ubuntu, y hasta el momento ningún programa me ha sacado errores en los archivos de configuración. Falta terminar de probar, pero estoy seguro de que, por el momento, puedo disfrutar de la paz nuevamente en esta guerra de sistemas operativos que llevo a cabo en mi computador a diario. Luego les cuento cómo ha mejorado mi experiencia con Debian, y especialmente con IceWM, aunque si me siguen en Twitter o me tienen agregado en Facebook podrán leer algunas de las actualizaciones que fui realizando a medida que avanzaba.

!Ah! Por cierto, se me olvidaba mencionar que antes de actualizar Ubuntu instalé Windows 7 con la licencia que nos proporciona MSDNAA, y lo estoy usando para probar un par de desarrollos en Java que necesariamente deben funcionar en Windows Vista o superior, así que la licencia está con buen uso. El cargador de arranque primario es el de Windows 7, pero una vez selecciono el GRUB2 de Debian puedo volver a seleccionar Windows, así que tengo dos cargadores bien configurados y 3 sistemas operativos funcionando correctamente (4, si me aguanto los problemas gráficos que les he descrito del Ubuntu actualizado).

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